SIMPLEMENTE SER

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El libro sugiere que nosotros, como seres humanos, podemos acceder a estados de calma, de liberación, de libertad, más allá de la ansiedad, la depresión o de problemas neuróticos, y que estos estados se consiguen a través de una atención consciente a los funcionamientos reales de la mente. Estos funcionamientos son muy sutiles y para identificar los procesos que se describen, es necesario desarrollar la habilidad de mantener una atención precisa y enfocada para influir en nuestra propia experiencia mental. Todo esto necesita un esfuerzo adicional, especialmente, porque nuestra cultura nos ha fomentado el centrar nuestra atención en lo externo, en un mundo que aparentemente se compone de entidades reales y separadas. De tal manera que estamos como en un círculo vicioso, en el que a menos que hagamos un esfuerzo, todo nos puede parecer un sinsentido. Pero ¿por qué deberíamos hacer un esfuerzo para estar convencidos de que tiene sentido? Aunque éste sea un libro sobre el dsogchen, se inicia con una exposición de la visión básica general del mundo propuesta por el budismo tibetano. Algunos de los temas son cosmológicos, como la descripción de los seis reinos de existencia, y otros resaltan la fragilidad de nuestra situación, como por ejemplo, la transitoriedad o las dificultades para obtener el precioso nacimiento humano. Son puntos que ayudan a sentar las bases para comprometerse con el camino budista. El reconocimiento de las limitaciones de la libertad, que surge como consecuencia de la visión dualista, nos lleva inmediatamente a esforzarnos por identificar las reglas morales de la experiencia. Se cree que el cumplimiento de estas reglas nos conducirá hacia una cierta liberación del sufrimiento y de la opresión, pero ese hecho, por sí mismo, no es suficiente para librarnos del encadenamiento a la dualidad que todo lo distorsiona.

En parte, mi intención al presentar este libro, es ayudar a la gente a apartar sus mentes de esta visión de la existencia volcada hacia uno mismo, porque creo que es una noción inadecuada de nuestro potencial en nuestra presente existencia humana. Creo que no ayuda a que los seres se preparen para las infinitas posibilidades de una existencia futura y tampoco desarrolla nuestro potencial para el altruismo, ya que la perspectiva de una sola vida está básicamente centrada en sí misma. No podemos probar de forma científica si existieron otras vidas o si existirán, sin embargo, tenerlo en cuenta es un método muy útil para trastocar las suposiciones en relación a un ego y para situar la ética en el centro de nuestras vidas.

En los últimos cuarenta años, los occidentales han estado luchando por superar o cerrar la separación entre el cuerpo y la mente atribuida a Descartes. Durante mucho tiempo la cultura occidental ha defendido la idea de que en cierto sentido somos una mente que habita dentro de un cuerpo, una mente esencial separada de un cuerpo contingente. Pero en los últimos tiempos, a resultas de relacionarse con sus cuerpos, y de hacer cosas como yoga, shiatsu, masaje y terapia corporal, mucha gente ha empezado a vivir en sus cuerpos. Y de esa manera, han empezado a sentir, “Soy un cuerpo”, y a experimentar la diferencia entre un cuerpo como una posesión y la experiencia sentida de una existencia encarnada. Esta es la visión que mantiene y desarrolla el dzogchen, la búsqueda de la experiencia de ser este mundo, de que todo es indiferenciado como manifestación de la presencia, de una presencia despierta y libre de la necesidad de apropiarse de dominios de sí mismo o de otro.